Lo de llamar
con un nombre tan políticamente incorrecto a este pastel tiene su origen,
dicen, (en la
Wiki...) "en un monje
berciano que en el
medievo recorrió el mundo y en un monasterio egipcio descubrió este postre y lo
trajo a España; se le empezó a llamar «brazo egipciano» y la palabra degeneró
en la actual."
Sea como fuere, está
claro que se trata de uno de esos
pecados
irresistibles en los que tan agradable resulta caer. (Bueno, no nos engañemos:
como en todo pecado que se precie.) Relleno generalmente de dulce,
ya sea nata, algún tipo de crema o mermelada,
esta vez vamos a ponernos
estupendos,
y para que el pecado lo sea incluso contra la ortodoxia, rellenaremos nuestro
brazo de queso fresco batido, aromatizado con menta, o yerbabuena, y limón. No
es muy dulce,
apenas lleva azúcar, pero
la combinación de sabores (menta, limón, vainilla y canela) resulta tan seductora
que no se precisa más. Y por si acaso se quejan los muy golosos, ahí está el
toque final del almíbar de menta. Nota para los perezosos: la elaboración de
este brazo sólo resulta un tanto laboriosa si se desea decorarlo
gráficamente, pero incluso así no es
difícil en absoluto. Un consejo: es importante que todos los ingredientes estén
a temperatura ambiente cuando nos pongamos a trabajar. Vamos a ello.
Ingredientes
1.
4 huevos
2.
125 gr de harina
3.
3 cucharadas de azúcar
4.
Una vaina de vainilla
5.
Media cucharadita de levadura en polvo
1.
500 gr de queso fresco batido
2.
Un ramillete de menta o hierbabuena fresca
3.
Un limón
- Para el decorado (este paso es opcional)
1.
25 gr de mantequilla
2.
Una claro de huevo
3.
25 gr de harina
4.
Una cucharadita de canela
1.
4 cucharadas de azúcar
2.
Un ramito de menta o hierbabuena fresca
3.
Medio vaso de agua
- Comenzaremos preparando con suficiente antelación el
relleno: La noche antes, lavamos y rallamos la piel de un limón, picamos
finamente la menta o hierbabuena, mezclamos todo muy bien con el queso y
colocamos esta mezcla en un paño fino y limpio sobre un colador grande, y
este sobre un cuenco amplio para que filtre el exceso de suero con el fin
de obtener una crema no demasiado húmeda.
Puede guardarse en la nevera si hace mucho calor.
- Un par de horas antes de comenzar a elaborar el bizcocho
preparamos la decoración:
mezclamos la mantequilla, que tendremos a punto pomada, con la clara de un huevo, (la yema la usaremos
para el bizcocho) la harina y la canela hasta conseguir una crema muy
suave y bien batida. Ojo con la harina, es mejor ir añadiendo poco a poco
para que no nos quede demasiado espesa la mezcla.
- Ahora, colocamos sobre una superficie lisa la plantilla
con el dibujo elegido (se pueden conseguir tantos diseños como se quieran en internet) y sobre este una hoja de
papel de horno. Con ayuda de una manga pastelera y una boquilla fina, o
uno de esos artilugios que llaman biberón
de cocina vamos pintando
sobre el papel de horno, calcando el dibujo que hay debajo. Una vez
finalizada nuestra obra maestra la metemos en el congelador.
- Pasado el tiempo necesario para que nuestro dibujo se
congele empezamos con la elaboración del bizcocho. En un cuenco bien
limpio batimos las claras, con una pizca de sal, hasta conseguir el famoso
punto de nieve.
- En otro cuenco batimos las yemas con el azúcar y la
vainilla (sólo las semillas extraídas de la vaina) hasta que blanqueen
ligeramente.
- Agregamos la mitad de la harina tamizada junto con la
levadura, mezclamos muy bien y añadimos la mitad de las claras mezclando
con una espátula con movimientos envolventes.
- Repetimos la operación con el resto de la harina y las
claras, procurando que todos los ingredientes queden bien incorporados.
- Sacamos del frigorífico la hoja de papel de horno
decorada, la colocamos sobre una bandeja de horno (ojo: con la pintura hacia arriba) y vertemos
encima la masa, extendiéndola bien: nos quedará una delgada lámina de
masa.
- Llevamos ahora al horno, que tendremos ya caliente a 180º,
y dejamos hacer diez minutos. Depende del horno, ya se sabe, pero no
debería necesitarse mucho más.
- Sacamos con cuidado y volcamos el bizcocho sobre un paño
de cocina húmedo, esperamos un par de minutos y a continuación lo enrollamos
con ayuda del paño (que deberá enrollarse también junto con la lámina de
bizcocho) y dejamos enfriar.
- Ahora ya sólo queda desenrollar cuidadosamente la plancha
de bizcocho, extender sobre ella el queso distribuyéndolo uniformemente,
volver a enrollar (siempre con la ayuda del paño de cocina) y dejar
reposar. Si la crema de queso ha quedado demasiado seca puede aligerarse un poco añadiendo unas cucharadas del
suero que ha soltado y mezclando bien.
- Mientras, preparamos el almíbar: esto debe hacerse justo
antes de servir el brazo de gitano. En un cazo ponemos el azúcar, el agua y
las hojas de menta. Levamos a fuego suave y dejamos hacer unos quince
minutos, removiendo para que no caramelice, hasta conseguir un almíbar
ligero tipo sirope.
- Al servir, cortamos en rodajas, decoramos el plato con
unas hojitas de menta y añadimos el almíbar.